30 AÑOS DEL MAYOR ACCIDENTE AÉREO DE LA HISTORIA
Tenerife recuerda a las 583 víctimas de Los Rodeos 30 años después del siniestro aéreo
Un total de 583 personas fallecieron en el choque de dos 'Jumbos' de KLM y Pan Am
Los aviones habían sido desviados a Tenerife por una alerta de bomba en Gran Canaria
El avión holandés comenzó la maniobra de despegue sin permiso de la torre de control
Una densa niebla cubría las instalaciones del aeropuerto tinerfeño
Monumento a las víctimas del accidente. (Foto: Asociación Tenerife Memorial)
Actualizado martes 27/03/2007 11:10 (CET)
ELMUNDO.ES
EFE.- Desde la Mesa Mota, un pequeño monte ubicado en el municipio norteño de La Laguna, en Tenerife, hay unas vistas espectaculares del aeropuerto de Los Rodeos. Hasta allí ascendieron cientos de tinerfeños el 27 de marzo de 1977, hace ahora 30 años, para ver con sus propios ojos los efectos del mayor accidente en la historia de la aviación comercial de todos los tiempos.
Esta tarde, en ese mismo lugar, se inaugura un monumento en homenaje a las 583 víctimas de la tragedia. 'La escalera de caracol', una escultura de acero de 18 metros del artista holandés Rudi van de Wint, se erige en perpetua memoria de los fallecidos con la presencia de algunos de sus familiares llegados desde Holanda y Estados Unidos y de representantes de los Gobiernos de España y los dos países originarios de los aviones siniestrados.
La Asociación en Memoria de las Víctimas Tenerife Memorial es la impulsora del acto y la entidad que ha donado la escultura al Cabildo de Tenerife. Horas antes, sobre mediodía, y por primera vez desde el accidente, un acto internacional conmemorativo del evento tendrá lugar en la capital tinerfeña.
Un cúmulo de coincidencias
El 27 de marzo de 1977 la mala suerte se cebó con los ocupantes de sendos Boeing-747 de las compañías KLM (Holanda) y Pan Am (EEUU). Ese día, ninguno de los dos debería haber estado en Tenerife. Los 373 pasajeros del avión americano y los 234 del holandés tenían como lugar de destino el vecino aeropuerto de Gran Canaria. Sin embargo, la explosión de una bomba en ese aeródromo y el anuncio de una segunda deflagración obligaron a las autoridades aéreas a desviar los vuelos al aeropuerto de Los Rodeos.
En Tenerife llovía, la visibilidad era escasa. No obstante, los aterrizajes y despegues se desarrollaban con normalidad hasta que, como consecuencia de la llegada de los vuelos desviados, pronto se saturaron las zonas de aparcamiento y los aviones tuvieron que ser aparcados en las calles de rodadura.
Fue eso lo que sucedió con los dos 'Jumbos' siniestrados. Con los accesos a la zona de despegue bloqueados por otras aeronaves, se vieron obligados a utilizar la pista principal para ubicarse en la posición idónea para el despegue una vez que el tráfico con Gran Canaria fue restablecido.
Esta circunstancia, sin ser del todo irregular, resultÓ determinante para que se produjera el accidente. Con baja visibilidad a causa de la bruma, ni las tripulaciones de los dos aviones ni los controladores aéreos pudieron confirmar a tiempo que uno de los dos había comenzado su carrera de despegue mientras el otro aún invadía la pista de vuelos.
Como también fue determinante el fallo en las comunicaciones entre la torre de control y los pilotos de ambos aviones. Según los investigadores del accidente, es más que probable que una de las órdenes emitidas desde el centro de control no fuera convenientemente interpretada en ambas cabinas de mandos.
Muchas otras hipótesis, como el cansancio de las tripulaciones, se han barajado en los informes sobre las causas. Pero lo único absolutamente cierto es que a las 17.06 horas el cielo de La Laguna, el municipio que acoge las instalaciones aeroportuarias, se tiñó de rojo y así permaneció hasta las tres y media de la madrugada del día siguiente.
Los 55.500 litros de combustible del avión de KLM, que aprovechó la espera para repostar el queroseno necesario para volver a Holanda, fueron decisivos en el alcance de la tragedia: ni un sólo superviviente entre los que se encontraban en esa aeronave. Los bomberos no conseguían acercarse al lugar de las llamas a causa de las elevadas temperaturas, sólo podían mirar desde la distancia lo que sucedía.
El avión holandés, en plena carrera de despegue sin contar con la autorización pertinente, chocó primero contra el ala del de Pan Am y luego, en un intento desesperado, consiguió levantar el vuelo apenas unos metros y arrasó la cubierta superior del otro avión, desplomándose entonces y provocando la muerte a 321 ocupantes del avión norteamericano.
En total, 583 fallecidos. Poco después del suceso, Tenerife puso en marcha su segundo aeropuerto, el Reina Sofía, en el sur de la isla, reservando Los Rodeos para los vuelos interinsulares.
En la actualidad, y con notables mejoras en las ayudas a la navegación aérea, Tenerife Norte Los Rodeos vuelve a estar abierto al tráfico nacional e internacional, y se consolida como una de las apuestas más decisivas para el turismo en la zona.